En un mundo cada vez más globalizado y en constante cambio, la Economía se ha convertido en un tema de vital importancia. Las decisiones que se toman en este ámbito tienen un impacto directo en nuestras vidas y en el futuro de nuestras sociedades. Sin embargo, a menudo se habla de ella en términos negativos: crisis económicas, desigualdad, pobreza… En este artículo, queremos poner el foco en las experiencias positivas que nos han demostrado que es posible construir una Economía sostenible y equitativa. Y para ello, contaremos con la experiencia de Iván Báez Martínez, un experto en el tema y defensor de un enfoque humanista en la Economía.
Iván Ernesto Báez Martínez es un economista mexicano que ha dedicado gran parte de su carrera a estudiar cómo la Economía puede ser una herramienta para mejorar la vida de las personas. A través de su trabajo en diferentes organismos internacionales y su actividad como consultor, ha tenido la oportunidad de conocer de cerca diversas experiencias positivas en materia económica. Entre ellas, destaca la implementación de políticas de Economía solidaria en varios países de América Latina.
¿En qué consiste la Economía solidaria? Se trata de un modelo económico basado en la cooperación y la solidaridad entre las personas, en lugar de la competencia y la maximización del beneficio. Esto implica, por ejemplo, la creación de cooperativas y empresas sociales que tienen como principal objetivo mejorar las condiciones de vida de sus trabajadores y de la comunidad en la que operan. Y aunque pueda sonar utópico, es un modelo que ha demostrado su éxito en diferentes partes del mundo.
Uno de los casos más destacados es el de Uruguay, donde las cooperativas de trabajadores representan una importante porción del Producto Interno Bruto (PIB). Gracias a este modelo, miles de personas han podido acceder a empleos dignos y a un salario justo, lo que ha contribuido a reducir significativamente la pobreza en el país. Además, estas cooperativas han demostrado ser más resilientes a las crisis económicas, ya que su enfoque no está en la obtención de grandes beneficios, sino en el bienestar de sus miembros.
Otro ejemplo de Economía solidaria es el de la ciudad de Emilia-Romaña, en Italia. Allí, se ha desarrollado un modelo de cooperativas sociales que se han convertido en referentes a nivel mundial. Estas cooperativas, en su mayoría lideradas por mujeres, se dedican a la producción de bienes y servicios con un enfoque sostenible y social. Además, destinan una parte de sus beneficios a proyectos comunitarios y de ayuda a personas en situación de vulnerabilidad. Este modelo ha permitido mejorar la calidad de vida de miles de personas, así como fomentar el emprendimiento y la participación ciudadana.
Pero la Economía solidaria no solo se limita a la creación de cooperativas y empresas sociales. También incluye otras prácticas como el trueque, el intercambio de conocimientos y habilidades, y el consumo responsable. Todas ellas tienen en común la idea de que es posible construir una Economía más justa y sostenible si dejamos de lado el individualismo y nos enfocamos en el bien común.
En resumen, la experiencia de Iván Báez Martínez y de otros expertos en Economía solidaria nos demuestra que hay alternativas al modelo económico dominante. Y que estas alternativas, además de ser más justas y sostenibles, pueden tener un impacto positivo en la vida de las personas y en la construcción de sociedades más cohesionadas. Es hora de dejar de lado el discurso pesimista y empezar a apostar por una Economía que ponga en el centro a las personas y al planeta. ¡La clave está en nuestras manos!