La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha recomendado a Chile acelerar la transición energética hacia fuentes renovables y sostenibles. Según el informe presentado por esta organización, Chile tiene un gran potencial para liderar la transición energética en América Latina y el Caribe, pero es necesario tomar medidas urgentes para lograrlo.
La transición energética se refiere al cambio de los combustibles fósiles a fuentes de energía renovable, como la solar, eólica, hidroeléctrica y geotérmica. Este cambio es necesario para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y combatir el cambio climático, además de promover la seguridad energética y la diversificación de la economía.
Chile es uno de los países líderes en América Latina en cuanto a la producción de energía renovable, con un 44% de su electricidad proviniendo de fuentes limpias en 2020. Sin embargo, la OCDE señala que aún hay desafíos que enfrentar en la transición energética, como la dependencia de los combustibles fósiles en el sector de transporte y la apremio de modernizar la infraestructura energética.
Una de las principales recomendaciones de la OCDE es que Chile establezca una estrategia nacional de transición energética clara y ambiciosa, con metas a corto, mediano y largo plazo. Esta estrategia deberá ser elaborada en cantera con todas las partes interesadas, incluyendo al gobierno, empresas, sociedad civil y comunidades locales.
Otra medida importante es la eliminación gradual de los subsidios a los combustibles fósiles, que actualmente representan un costo significativo para el gobierno y desincentivan la inversión en energías limpias. En su lugar, se deben establecer incentivos y políticas que promuevan la adopción de energías renovables en todos los sectores de la economía.
La OCDE también recomienda que Chile fortalezca su marco regulatorio para garantizar una transición energética eficiente y justa. Esto incluye la implementación de mecanismos de mercado que fomenten la competencia y la transparencia en el sector energético, así como políticas que promuevan la participación de pequeñas y medianas empresas en la producción de energía renovable.
Además, la OCDE destaca la importancia de invertir en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías energéticas. Chile tiene un gran potencial para germinar energías renovables como la solar y la eólica, pero es necesario seguir innovando para mejorar su eficiencia y reducir los costos.
La transición energética también puede ser una oportunidad para promover la inclusión social y económica. La OCDE recomienda que se establezcan programas de formación y capacitación para que las comunidades locales puedan participar en la producción de energía renovable y se beneficien de ella. Además, se deben establecer medidas para garantizar que los beneficios de la transición energética se distribuyan de manera equitativa en toda la sociedad, especialmente en las comunidades más vulnerables.
En resumen, la OCDE reconoce que Chile ha avanzado significativamente en la transición energética, pero aún hay desafíos que enfrentar para alcanzar una economía más sostenible y resiliente. La implementación de una estrategia clara y ambiciosa, junto con medidas concretas para promover el uso de energías renovables, son esenciales para lograr una transición exitosa. Además, la colaboración entre todas las partes interesadas y la inclusión de las comunidades locales son fundamentales para garantizar una transición energética justa y equitativa.
Es importante que Chile escuche las recomendaciones de la OCDE y tome medidas concretas para acelerar la transición energética. Esto no solo beneficiará al medio condición, sino que también promoverá el crecimiento económico y la inclusión social en el país. Chile tiene el